Llegan las vacaciones de verano, enhorabuena. Por fin un tiempo de descanso y diversión. Nos imaginamos las caras felices de los niños al llegar a la playa o al monte, al camping o al hotel, donde van a descubrir un montón de cosas fascinantes. A nosotros nos toca procurar que lo hagan de forma segura. Porque el nuevo entorno, civilizado o salvaje, puede entrañar riesgos para ellos, especialmente para los más pequeños. ¿Cómo protegerlos? He aquí algunas recomendaciones básicas:
- El traslado La mayor parte de las veces será en el automóvil propio, donde ya contaremos con los dispositivos de retención infantil adecuados. En caso contrario, instalarlos en el vehículo y probar que el niño queda bien sujeto y está cómodo. Si el trayecto va a ser largo, programar paradas en el itinerario para que pueda descansar, comer, beber, o ir al WC. En las paradas, nunca dejar al niño solo y sin vigilancia dentro del coche, por el riesgo de que sufra golpe de calor. Ésta es una situación grave y urgente, que afecta sobre todo a los más pequeños porque tienen menor capacidad de sudoración, con lo que su temperatura corporal aumenta rápidamente. Asegurarse de que toma suficiente líquido durante los desplazamientos.
- Llegando a destino Tan pronto dejemos el equipaje en la habitación, haremos una cuidadosa inspección del interior de la vivienda. Tenemos que comprobar que no hay enchufes sin protección o utensilios eléctricos (ventiladores, luces, secadores de cabello) que puedan ser peligrosos para los más pequeños. Revisar baños y cocina en busca de productos de limpieza u otros tóxicos para ponerlos fuera de su alcance. Y finalmente, ventanas, balcones y terrazas donde comprobaremos si existen huecos por donde puedan colarse y sufrir caídas, o mobiliario en el que pudieran subirse y alcanzar el borde.
- En el exterior hay que prestar atención a los accesos, escaleras, ascensores, rampas, cuartos de servicio que puedan contener maquinaria o herramientas.Si hay acceso directo a una calle donde circulen vehículos, asegurarse de que no puedan salir, echando la llave o poniendo un seguro en la puerta.
- A la zona de baño, playa o piscinas, nunca deberían acceder solos los menores de 5 años, incluso si ya saben nadar. Siempre deben ir provistos de manguitos flotadores. Bastan unos centímetros de agua y unos minutos de distracción para que un niño pequeño pueda sufrir un ahogamiento grave. Cuando se están realizando obras o tareas de mantenimiento de las piscinas hay que alejar de ellas a los niños. A los adolescentes, advertirles de no bañarse en zonas de la costa que no tengan vigilancia o no estén habilitadas para el baño (puertos, acantilados, etc.) En los ríos y lagunas, donde el fondo no se ve fácilmente, hay que ser especialmente prudentes con las zambullidas.
- Las zonas recreativas para los niños a veces no están suficientemente conservadas en algunos destinos vacacionales, y hay que comprobar si columpios y toboganes son seguros antes de que los prueben ellos.
- En zonas rurales hay que contar con la presencia de animales sueltos, y con la fauna local de reptiles, insectos y arácnidos. La mejor protección es que lleven ropa y calzado adecuados, loción repelente de insectos y que no accedan a cuevas o edificaciones abandonadas. En las excursiones es fácil que a los niños les llamen la atención las bayas y frutos silvestres, entre los cuales algunos son venenosos. Incluso si se trata de las frutas habituales, los plaguicidas que se les aplican no se eliminan hasta su recolección, y además ¡no está bien robársela!
- Si se estrenan juguetes o accesorios de playa, asegurarse de que sus piezas no son peligrosas para los más pequeños, y de que las bolsas de plástico en que vienen envueltas no quedan a su alcance, por la posibilidad de sofocación si introducen la cabeza en ellas. Vigilar que las pilas de botón no sean ingeridas, ya que pueden producir lesiones internas graves.
- Busquemos un espacio seguro para las salidas en bicicleta, patines o vehículos eléctricos. Nunca utilizar carreteras donde circulen automóviles o camiones, y recorrer el trayecto con antelación, por si plantea pendientes u obstáculos que sean peligrosos para los niños, teniendo en cuenta su escasa pericia.
- Los deportes de aventura deben hacerse siempre bajo la supervisión de un experto, que además indicará las edades apropiadas para cada deporte. No es aconsejable incluir niños en actividades diseñadas para grupos de adultos.
- Consumiendo comidas o bebidas fuera de casa, especialmente en locales provisionales de temporada, revisar siempre el contenido de los platos de los niños y aceptar sólo bebidas envasadas que sean abiertas en el momento de consumirlas.
Durante las vacaciones se producen la mayor proporción de los accidentes relacionados con el tráfico y las actividades deportivas. Pero también es en vacaciones cuando podemos compartir más tiempo con nuestros hijos y ayudarles a descubrir un entorno distinto y experiencias únicas. Seguir este sencillo decálogo puede ayudar a que disfrutemos con ellos plenamente y sin contratiempos.
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