NO SÓLO JUGUETES

Los niños son los protagonistas absolutos de la fiesta de los Reyes Magos, aunque algunos adultos nos dejemos llevar también por la magia de ese día, y volvamos a mirar con sorpresa e ilusión los paquetes amontonados en torno a nuestros zapatos. Pero como padres tenemos la responsabilidad de elegir bien los regalos de nuestros hijos. Y las opciones, dentro de las posibilidades económicas de cada cual, son tan variadas que cuesta mucho decidir.

El juguete educa a la vez que divierte, sirve para relacionarse con otros niños y tiene que ser adecuado a cada edad. Y además tiene que ser seguro, como todo lo que rodea al niño. Lo principal es que no pueda ser causa de accidentes. Por ejemplo, si hay piezas pequeñas (ruedas de cochecito, cuentas de collares, canicas o botones) que el niño (o su hermano pequeño) puedan tragarse. O si contiene materiales que puedan romperse fácilmente y convertirse en aristas cortantes. Cuidado con los juguetes eléctricos: si hay que enchufarlos a la red, un adulto deberá siempre vigilar la seguridad de las conexiones; si llevan pilas de botón, comprobar que los pequeños no tengan acceso a ellas y puedan ingerirlas. Los juguetes suelen tener colores vivos. Hay que estar seguro de que la pintura utilizada no es tóxica. Las siglas CE nos ayudan a distinguir qué juguetes siguen la normativa de seguridad europea en todos estos aspectos.

Y además está el sentido común. Cuando el niño recibe una bicicleta o unos patines por primera vez, esperaremos a que domine su manejo antes de permitirle circular con ellos en la vía pública. Y aunque proteste, le haremos ponerse siempre el casco y las protecciones.

Hay otros riesgos más sutiles que los accidentes. Por ejemplo, si regalamos una consola para videojuegos a un niño con sobrepeso, no conseguiremos que haga más ejercicio. Y si llenamos de peluches la habitación de un niño asmático, agravaremos sus crisis.

Aunque procuraremos respetar los gustos del niño, no dejaremos que la elección del juguete dependa de los anuncios de la televisión o de la imitación de los compañeros de la escuela. No esperaremos a última hora para ayudarle a elegir. La elección del juguete es también una ocasión para educarle, para despertar su curiosidad y para desarrollar sus capacidades. Una muy importante, la capacidad para compartir con los demás, se fomentará mejor con juegos que requieran la participación de otros. Eso sí, los padres deberemos estar dispuestos a jugar con ellos cuando no haya otro compañero disponible.

La escena se repite cada 6 de Enero. Pasados los primeros momentos de febril excitación mientras abren los envoltorios, el niño agarra uno de los juguetes y parece olvidarse de todos los demás. Probablemente esto nos esté indicando que no necesitamos abrumarle con tantos regalos de una sola vez. En los armarios y estanterías acaban acumulándose demasiados de un año al siguiente. Si los Reyes no están dispuestos a limitar sus regalos este año (los de los abuelos, los tíos, la madrina, etc.), la solución puede ser a la vez práctica y educativa: pedir al niño que se desprenda de algunos juguetes del año anterior para hacer sitio a los que vendrán.Si están aún en buenas condiciones, podrá llevarlos a las colectas solidarias que se organizan cada Navidad.

Algunos creen que estas fiestas han perdido su significado, para convertirse en una mera oportunidad para los comercios. Son las familias las que pueden conservar la magia y la ilusión para los más pequeños, estimulando su fantasía y procurando dedicarles el tiempo que se merecen, antes, durante y después de su fiesta de Reyes.